Luz verde a la xenofobia
Cuando altos dignatarios de Estado comienzan a difundir mensajes con claros tintes xenófobos, es cuando deben prenderse las alarmas.
No terminamos de salir de las explosivas declaraciones de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López a finales de octubre, tildadas de xenófobas al señalar que aunque no quería estigmatizar a los venezolanos “hay unos inmigrantes metidos en criminalidad que nos están haciendo la vida cuadritos”, cuando asistimos con estupefacción días después a expresiones similares por parte de altos funcionarios del gobierno nacional de Colombia, los ministros de la Defensa, Carlos Holmes Trujillo, y de Justicia, Wilson Ruiz, que hacen presagiar un oscuro y peligroso panorama de xenofobia en el país.
Precisamente es en el momento en que altos dignatarios del Estado, importantes dirigentes políticos o influyentes personalidades públicas comienzan a difundir mensajes con claros tintes xenófobos, o que puedan ser interpretados como tales, que deben prenderse las alarmas. Toda vez que de esta forma dan luz verde para que sectores de la sociedad que puedan sentirse perjudicados por la presencia de extranjeros en sus entornos vecinales, laborales o estudiantiles, se sientan legitimados no sólo para repetir dichas palabras sino, lo que sería más peligroso, pasar a cometer acciones xenófobas con lamentables consecuencias.
En una entrevista para Voz de América, el ministro de Justicia Wilson Ruiz, afirmó el pasado 18 de noviembre que «se les han dado (a los inmigrantes venezolanos) todas las garantías en salud, (y) seguridad social, pero también nos han generado un problema de inseguridad».
Al día siguiente, el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, en el marco de un consejo de seguridad en el Departamento del Caquetá, reseñado por diversos medios de comunicación, dijo que “con respecto a la migración venezolana, sí se está identificando que en algunas ciudades de Colombia y regiones del país, esa migración está vinculada con hechos de criminalidad, en cuyo caso específicamente en las zonas donde se presenta se convierte en una preocupación en materia de seguridad”.
Ambas declaraciones parten de generalizaciones que criminalizan a la migración venezolana como colectivo. No se refieren a la responsabilidad individual que pudieran tener migrantes incursos en algún tipo de delito, hechos por los que tendrían que ser judicializados como cualquier otra persona que contravenga las disposiciones legales. Los problemas de seguridad los atribuyen a la migración como un todo. La migración nos genera un problema de seguridad, advierte uno de ellos, mientras que el otro afirma que en algunas ciudades o regiones del país esa migración está vinculada a hechos de criminalidad.
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