El crudo rostro de la mortalidad materna e infantil en Venezuela
El Tiempo.- Thiago, el hijo de Wendy Dulcey, perdió la vida con apenas 39 días de nacido en el Hospital Clínico Universitario (HCU), el centro especializado de salud más grande de Caracas.
La madre, una funcionaria de 39 años, compartió con la agencia AFP la historia de esos días “terribles” que comenzaron tras haber ingresado al HCU descompensada y con siete meses de embarazo, para una cesárea de emergencia, y que culminaron cuando vio a su hijo en un refrigerador repleto con los cuerpos de otros niños en la morgue de otro hospital porque en el HCU no había ni siquiera nevera para mantenerlo.
El HCU, conocido como El Clínico, llegó a ser una referencia en Venezuela. Pero de las instalaciones que se inauguraron hace más de 60 años, en los espacios de la Universidad Central de Venezuela (UCV), no queda ni la sombra. El deterioro es evidente en todas las salas del hospital, y desde hace años se ha denunciado que la situación del piso 10, donde está la sala de parto, es “crítica”.
De hecho, según le confirmaron a EL TIEMPO trabajadores del centro asistencial, al piso 10 el agua, aunque llega por tuberías, no tiene presión y, a veces, no es fluida, por lo que la falta del líquido vital, no solo en esta institución, sino en decenas más del país, provoca infecciones tanto en los pacientes como en el personal médico.
Entre los primeros se ubica una cifra imprecisa de recién nacidos. Thiago no es, ni de lejos, el primero en morir por falta de insumos.
Todos en El Clínico recuerdan el fatídico 29 de septiembre de 2017, cuando murieron nueve neonatos infectados con una bacteria. Según denunció entonces el representante del sindicato de hospitales y clínicas de Caracas, Mauro Zambrano, la falta de insumos tanto para atender a los bebés prematuros como para limpiar las áreas fue la causa del incidente.
Entre las cosas que escasean actualmente en este hospital, están precisamente los antibióticos para combatir infecciones. “Tú llegas y puedes conseguir un tipo de antibiótico, pero no para todas las patologías”, asegura Zambrano, al señalar que existe una situación similar con los analgésicos. “Todo lo que tiene que ver con la recuperación de un paciente lo tiene que comprar él o sus familiares”, acota.
Aunado a esto, en el HCU también falta personal. La merma ha sido progresiva y se acentuó en 2018, cuando la crisis provocó una fuerte oleada de millones de migrantes. Nada más entre marzo y diciembre de 2020, según le reveló a EL TIEMPO el sindicalista Zambrano, 798 trabajadores renunciaron a sus cargos en este centro de salud.
“Es grave porque la nómina es de más o menos 6.500 trabajadores y renunció más del 10 por ciento de un solo golpe”, dijo Zambrano, quien refirió que los salarios en bolívares son equivalentes a menos de un dólar.
Zambrano agrega que en El Clínico actualmente no hay ascensores –razón por la cual Wendy tuvo que subir por una rampa oscura y sucia hasta llegar al décimo piso, donde nacería Thiago–, y asegura que varios equipos médicos, como el mamógrafo, no funcionan y que otros, como los rayos X, si bien funcionan, los pacientes deben tomar fotos de los resultados porque no hay material para imprimir las placas.
De acuerdo con el más reciente informe de Monitor Salud, una iniciativa que coordina Zambrano y ofrece reportes extraoficiales sobre las condiciones de hospitales venezolanos, para diciembre de 2020, el 58 por ciento de los hospitales de la región central del país reportaron insuficiencia de cloro; 46 por ciento, escasez de jabón y 56 por ciento, falta de desinfectante, mientras que el 35 por ciento de los hospitales de esta zona reportaron un suministro de agua por tubería de entre cero y seis horas por día.
Cifras dudosas
Desde 2016 se desconocían las cifras oficiales de la mortalidad infantil en Venezuela.
Las cosas, sin embargo, cambiaron este 2 de febrero, cuando en su rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional elegida en el cuestionado proceso del pasado 6 de diciembre, la vicepresidenta del régimen, Delcy Rodríguez, reveló que esta había disminuido de 14 por cada mil niños menores de un año, en 2013, a 10, en 2020.
La cifra, no obstante, no convence a algunos especialistas de salud locales, quienes se remiten a los ‘Indicadores básicos 2019: tendencias de la salud en las Américas’, de la Organización Panamericana de la Salud, donde quedó fijado que la tasa de mortalidad infantil en Venezuela, para 2014, estaba en 15,2 por cada mil niños menores de un año.
“No creo que Venezuela con este deterioro progresivo que tenemos, con unas condiciones de desnutrición, pobreza extrema y falta de vacunas, haya mejorado cuatro puntos. Es muy difícil que, estadísticamente, eso sea así, excepto en los países del primer mundo, que hacen realmente un trabajo importante para lograrlo”, le dijo a EL TIEMPO el director de la Sociedad Venezolana de Pediatría, Huníades Urbina, quien, sin embargo, no maneja una cifra extraoficial para refutar la ofrecida por Rodríguez.
En 2016, sorpresivamente, el régimen divulgó unas estadísticas sobre mortalidad materno infantil que fueron calificadas por Unicef como una “clara evidencia” de la crisis sanitaria que vive el país y que ha empeorado desde entonces.
De acuerdo con este reporte, un 30 por ciento más de niños murió antes de su primer cumpleaños, en 2016, en comparación con los que fallecieron en 2015, aunque se desconocen los números de ese año, y también de 2013 y 2014, pues, desde la llegada de Nicolás Maduro al poder, estas tasas no se publican. “Ellos tienen el poder mediático, y tienen las cifras y las sueltan a conveniencia”, lamentó Urbina.
Problema recurrente
Desde el servicio de obstetricia del Hospital Dr. Domingo Luciani, también en Caracas, especialistas aseguraron a este diario que las muertes de niños son “bastante comunes”, mientras que la neonatóloga Josefa Castro, del Hospital Pérez Carreño, aseguró que cada año se registran unos 1.700 niños muertos en todo el país por síndrome de dificultad respiratoria y unos 1.500 por sepsis neonatal. Para ella, estas son las principales causas de por qué están muriendo los niños venezolanos. Entre las que les siguen están las malformaciones, sobre todo cardiacas, que se estarían cobrando la vida de unos 1.100 niños por año.
“Las primeras causas de mortalidad infantil en Venezuela son de la esfera neonatal. No son diferentes a las de los otros países y tienen una relación prácticamente directa con la prematuridad y con las infecciones, las adquiridas en el útero o alrededor del nacimiento”, explicó Castro.
La prematuridad, según la neonatóloga, se puede dar por razones genéticas, pero hay otros factores involucrados en las madres, como las infecciones, trastornos de la tensión arterial, desnutrición o trastornos en el peso.
Con respecto a esta causa, Urbina recuerda que aproximadamente el 20 por ciento de los embarazos anuales en Venezuela son de adolescentes.
Por poco, Wendy no corrió la misma suerte que su hijo recién nacido. En el proceso de parto sufrió una hemorragia uterina porque le dejaron placenta y se la sacaron, dos días después, con la mano.
“Hasta el día de hoy considero que no iba a salir de ahí. Ni yo ni el bebé”, reconoció esta mujer venezolana a la AFP.
Otras, sin embargo, no corrieron con la misma suerte. Según las cifras oficiales que se filtraron en 2016, la mortalidad materna hasta la semana 52 aumentó, en relación con la de 2015, un 65,79 por ciento, llegando hasta los 756 casos. La vicepresidenta del régimen no reveló la cifra de 2020.
Según Castro, si bien las causas de mortalidad materna en Venezuela no difieren de las del resto del mundo, “usualmente mueren por hemorragias posparto, trastornos de la tensión arterial e infecciones”, la situación en Venezuela tiene sus complejidades.
ANDREÍNA ITRIAGO
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
CARACAS