Los retos del próximo gobierno de Colombia en cuanto a Venezuela y los migrantes / Daniella Monroy / La Silla Vacía

La Silla Vacía / Daniella Monroy.-

Quedan menos de siete meses para que se posesione el o la próxima presidente de Colombia. En lo que respecta a Venezuela, Iván Duque y Nicolás Maduro dejan una relación entre los dos países en una de las peores etapas en su historia. Paradójicamente, coincide con un momento en que el vínculo entre colombianos y venezolanos nunca había sido tan estrecho. Al menos dos millones de vecinos han llegado a Colombia huyendo de la crisis en su país y la mayoría de ellos tienen la intención de establecer un proyecto de vida aquí, ya sea solos o con sus familias. Es un contexto cargado de retos que el siguiente Gobierno deberá enfrentar en los próximos años.

Mejorar la situación de seguridad en la frontera

Hace un tiempo que Venezuela se viene convirtiendo en el patio trasero del fuego cruzado entre los grupos armados que, textualmente, regulan la vida de los habitantes de lado y lado de la frontera. El departamento de Arauca, por ejemplo, no solo vive la violencia a diario, sino que es un receptor de migrantes que escapan del conflicto en el estado venezolano de Apure. La guerra no es solo entre los grupos armados colombianos y los venezolanos, sino entre estos y los ejércitos de los dos países.

En suma, los gobiernos de Colombia y Venezuela no disponen espacios para ponerse de acuerdo sobre las medidas a tomar para aumentar la seguridad de la población fronteriza. Las fuerzas armadas colombianas y venezolanas no comparten información ni hay cooperación que las lleve a enfrentar conjuntamente a un enemigo común. La falta de diplomacia y los constantes ataques políticos e ideológicos, que son lo más visible en medios de comunicación, han sido el caldo de cultivo para fortalecer la transnacionalización de los grupos criminales.

El despliegue militar, tanto en Venezuela como en Colombia, no ha funcionado para detener el reclutamiento forzado, los asesinatos, las extorsiones, entre otros medios que utilizan los grupos armados para su sostenimiento. Los cientos de pasos informales o trochas a lo largo de la frontera les han servido para sacar provecho de los migrantes irregulares cobrándoles vacunas. Complejas economías ilegales y el intento de imponer un orden social por parte de los grupos armados no se pueden combatir con estrategias tradicionales que han probado su ineficacia.

Por otro lado, el aumento de la producción de cocaína es otro de los motores que potencia el conflicto armado y su fortalecimiento demuestra que la actual política antidrogas es obsoleta, aunque no es la única causa. En ese sentido, la posición que tenga el Gobierno entrante frente a la reformulación de la cooperación antidrogas, la sustitución de cultivos y la aplicación del Acuerdo de Paz de La Habana será fundamental. Conjuntamente, es primordial el intento de construcción de canales de concertación sobre seguridad entre Colombia y Venezuela durante el próximo Gobierno para recuperar la frontera terrestre más extensa del país.

Mitigar los riesgos a los que se enfrentan los niños migrantes

La vulnerabilidad de los venezolanos está directamente relacionada con su situación de irregularidad en Colombia, lo que aplica para más de la mitad de los que han llegado al país. Los niños, niñas y adolescentes migrantes están en riesgo de sufrir diversos tipos de violencia desde que cruzan la frontera de forma irregular. El abandono infantil y la separación familiar son comunes, por ejemplo, en Norte de Santander.

Hay problemas también en el desarrollo educativo de los migrantes como la desescolarización o la extraedad. Los matrimonios infantiles, el embarazo precoz, la trata, la habitabilidad en calle, la mendicidad y la explotación infantiles para distintos fines también ocurren tanto en zonas rurales como urbanas de todo el país. Para hacerse una idea, solo en el año 2020, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar atendió a 101.917 menores de edad venezolanos por diversas causas.

En Colombia, los derechos de los niños, niñas y adolescentes se ven protegidos por marcos legales que se pueden hacer valer de forma expedita empezando por la identificación de las condiciones de vida de los niños, niñas y adolescentes que puedan estar en riesgo. En ese sentido, será una ayuda el Estatuto Temporal de Protección que la administración Duque deja en pie y que recibirá el siguiente Gobierno, mecanismo a través del cual se está logrando la regularización de la mayoría de los venezolanos en el país, incluyendo a los niños, niñas y adolescentes que han sido priorizados en la expedición de los Permisos por Protección Temporal (carnés que identifican a los migrantes y les regularizan por diez años). Es una herramienta vital para proteger a niños, niñas y adolescentes, pero será necesario acompañarlo de la flexibilización del sistema educativo y una oferta institucional que se adapte a la recepción de infancia y adolescencia migrantes, así como a la susceptibilidad a múltiples riesgos que tiene esta subpoblación.

Resignificar la relación entre Colombia y Venezuela

Ya se completan tres años de ruptura de las relaciones diplomáticas y consulares entre ambos países.

Es quizá a los dos millones de venezolanos que están en Colombia y a los colombianos en el país vecino a los que les ha correspondido la peor parte, pues no cuentan con la emisión de documentos certificados o facilidad para apostillar sus títulos educativos, solo por citar algunos de los trámites necesarios para cualquier persona que emprende un proyecto personal en el extranjero.

Actualmente, la embajada del Gobierno interino de Juan Guaidó en Colombia hace lo posible por lograr suplir esta necesidad y uno de sus mayores logros ha sido un mecanismo temporal en alianza con la Cancillería y la Gerencia de Fronteras para apostillar y certificar títulos universitarios de migrantes venezolanos en Colombia. Aun así, la embajada de Guaidó no tiene la capacidad de reemplazar las funciones de la embajada de Maduro que Colombia no reconoce y los migrantes ven ralentizada su inclusión en el país.

Restablecer las relaciones bilaterales es necesario para aprovechar la reapertura parcial de la frontera que en los últimos meses se logró gracias a la gestión de gremios y gobiernos locales después de un largo periodo de cierre. En 2021 surgió la iniciativa de restituir la relación bilateral en el Congreso de la República y la Asamblea Nacional, su homólogo en Venezuela. Sin embargo, esto es competencia del Ejecutivo y, ante la negativa de Duque, esa gestión quedó sin piso. El próximo o próxima presidente debe proyectar los intereses de Colombia con respecto a su vecino más importante en materia económica, comercial y de seguridad.

El Gobierno entrante podría intentar tener una posición política que rechace la dictadura y simultáneamente tener canales de comunicación para asuntos operativos bilaterales y de interés común. A nivel político, es fundamental desescalar las tensiones y reenfocar la política exterior. Allí será crucial el papel del próximo o próxima Canciller.

Planificar la integración de los migrantes en Colombia

El 2022 empezó con la regularización de 456 mil venezolanos que ya tienen Permiso por Protección Temporal en la semana 40 de implementación del Estatuto Temporal de Protección. El presidente Duque se ha propuesto cerrar su gobierno con 1.800.000 permisos entregados. Eso deja a la siguiente administración con el reto de aprovechar el capital humano de casi dos millones de personas que demandarán bienes y servicios y tendrán plena participación en salud, empleo, educación y seguridad social, al igual que los ciudadanos colombianos.

Es ineludible dotar de capacidades, sobre todo, a las ciudades y municipios donde los venezolanos habitan para robustecer su capacidad de absorción y generar un ambiente de adaptación de las comunidades receptoras hacia los migrantes con vocación de permanencia y viceversa. Lo que, en todo caso, previene brotes de xenofobia, que es crucial para mantener la convivencia ciudadana y la gobernabilidad.

La puesta en marcha del Estatuto Temporal de Protección ha significado para Colombia un «saber hacer» en materia de regularización migratoria masiva que podría ser exportado por el próximo Gobierno y así fortalecer su relación con otros países que reciban flujos migratorios.

Además, ya que los venezolanos no solo han migrado solo hacia Colombia, sino a todo el hemisferio, quien suceda a Duque debe liderar el camino hacia la imperante articulación de políticas migratorias de la región procurando aprovechar espacios multilaterales como la Alianza del Pacífico y la OEA, entre otros.

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