El papel de Colombia en el retorno a la democracia de Venezuela / Daniella Monroy / El Espectador
El Espectador.-
La llegada de Gustavo Petro al poder ha significado una nueva etapa en la relación entre Colombia y Venezuela. Dos naciones que nacieron hermanadas, pero han sufrido conflictos a lo largo de la historia hoy se miran cercanamente, aunque haya rezagos de desconfianza.
De forma inusual, a finales de noviembre del año pasado, Petro anunciaba que el gobierno Maduro y la oposición venezolana retomarían en pocos días los diálogos en México que se habían interrumpido hacía más de un año cuando el régimen conoció la orden de extradición por corrupción a Álex Saab, cercano a Maduro. Mientras que la administración de Iván Duque le declaró una afrenta al gobierno venezolano que hasta llevó al rompimiento de las relaciones diplomáticas, el presidente actual anuncia las conversaciones de facciones políticas de un país vecino. Hay un viraje marcado en materia de política exterior en el que es evidente el interés del gobierno Petro en la estabilidad política en Venezuela.
Varios países, incluyendo a México, se han comprometido en impulsar los diálogos en el país vecino, aunque de forma variopinta. Los presidentes López Obrador de México, Fernández de Argentina y Petro de Colombia reconocen a Maduro como presidente legítimo, mientras que Macron, de Francia, es precavido y si bien apoya los diálogos en Venezuela, no lo reconoce oficialmente.
Por esa y más circunstancias, Washington ha tomado una posición más pragmática hacia Maduro que la que tenía Trump. Sin embargo, no afloja del todo en las sanciones que le ha impuesto. Incluso en diciembre se aprobó la Ley Bolívar que prohíbe a las agencias federales negociar con cualquier compañía que respalde a Maduro.
Estados Unidos marca un contraste interesante con Colombia. Es para denotar que Petro le ha exigido poco a Maduro a la hora de reconocerlo, con todo y que no se han reanudado las relaciones bilaterales tan rápido y con tantos réditos como se pensaba, tampoco Venezuela ha mostrado mayor interés en concretar su regreso al Sistema Interamericano de Derechos Humanos (que tanto Petro le ha solicitado) y no se apropia de la gestión migratoria muy a pesar de que continúan llegando venezolanos a Colombia aunque en menor cuantía.
En la estrategia que debería seguir Colombia se deberían demarcar líneas rojas sobre asuntos en los que no se trance y teniendo en consideración los intereses nacionales. Por ejemplo, mantener las negociaciones del gobierno nacional con el ELN por un lado y la reconstrucción de la relación con Venezuela por otro, o mediar entre la oposición y el oficialismo en momentos tensos del diálogo, siempre manteniendo una imparcialidad que conlleve a buen término el proceso en México y la consecuente realización de elecciones libres en Venezuela.